Algunos científicos piden iniciar una dura lucha internacional contra los anti-vacunas
Se llama Peter Hotez. Tiene 62 años y es científico, profesor universitario y, entre otras muchas cosas, Defensor estadounidense en los campos de la salud global, la vacunación y el control de enfermedades tropicales desatendidas.
No es representante de nadie, pero tiene más influencia y conocimientos que muchos. Y por eso su opinión con la situación actual del coronavirus, el terror que viene de la India y sus repercusiones, adquiere una importante relevancia.
Seguramente por eso ha decidido escribir su autorizada y preocupada opinión en un artículo publicado por la revista Nature, en el que enciende muchas alarmas y pide socorro a gobiernos, instituciones internacionales y medios de comunicación.
Su objetivo es pedir ayuda para frenar una pandemia a la que, en su opinión, “muchos intereses están haciendo demasiado daño”.
En su artículo, el profesor Hotez comienza diciendo, sin tapujos, que detener el terror del coronavirus “requerirá una contraofensiva de alto nivel contra las fuerzas destructivas que cada día están más activas y más fuertes”.
Se refiere a los movimientos anti vacunas que la Organización Mundial de la Salud ya reconocía antes de esta pandemia como una de las principales amenazas para la salud mundial.
Y contra esas amenazas lleva tiempo luchando este profesor, que incluso ha codirigido proyectos para desarrollar diferentes vacunas, incluida una contra la COVID-19 que se está probando actualmente en la India.
Imparable lucha por las vacunas
Su batalla en defensa de las vacunas es tan intensa que en 2018 escribió un libro dedicado a su hija, que padece autismo, bajo el título ‘Las vacunas no causaron el autismo de Rachel.’
Pero volviendo a las tesis del profesor Hotez, insiste en su artículo en que estamos en un momento en el que los esfuerzos de los sanitarios no son suficientes para conseguir que las personas se vacunen y podamos poner freno a esta “pandemia que sigue avanzando más descontrolada de lo que Occidente quiere creer”.
Y es que, desde que empezaron a ponerse en marcha las vacunas ya comenzaron a reunirse científicos para intentar frenar la desinformación que sabían iba a llegar.
Son científicos expertos que conocen bien la tragedia que puede llegar a través de personas malpensadas que ancladas en la ignorancia o la maldad conducen a otros al desastre.
Científicos de prestigio escarmentados porque ya han sufrido el fracaso de sus esfuerzos para evitar que el sarampión regresase a los Estados Unidos y Europa en 2019. Y también han visto frenado su intento para incrementar las tasas de vacunación contra el virus del papiloma humano para prevenir el cáncer de cuello uterino y otros cánceres.
Pero no todos los científicos comparten su estrategia de cómo combatir a los anti vacunas. Algunos creen que presentar batalla abierta para destrozar sus absurdos argumentos es poner en sus manos un altavoz que les permita llegar a más personas.
Hotez, sin embargo, cree que ese es un argumento que estaba muy bien para los años en los que casi nadie tenía internet, pero que ahora no tiene sentido.
En su opinión, “hoy en día el imperio antivacunas tiene cientos de sitios web y más de 58 millones de seguidores en las redes sociales. Por eso los malos están ganando, ayudados porque las agencias de salud subestiman o niegan el alcance de esas fuerzas anticientíficas y no están suficientemente equipadas para contrarrestarlo.”
¿Rusia en el punto de mira?
También hace referencia en su interesante artículo a que la “Administración del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, advirtió a los grupos de medios rusos que detuvieran su agresión contra las vacunas y anunció sanciones vinculadas a la desinformación y otros comportamientos. Pero necesitamos mucho más”.
Según el Centro para la Lucha contra el Odio Digital con sede en Londres, “los grupos anti vacuna son grupos influyentes, no un movimiento de base espontáneo. Muchos grupos de extrema derecha que difundieron información falsa sobre las elecciones presidenciales estadounidenses del año pasado están ahora haciendo lo mismo con las vacunas. Incluso intentan llegar a comunidades negras atacando a unas vacunas que hasta califican como “racismo médico.”
También se queja el profesor Hotez de la reacción que los países occidentales están teniendo con la vacuna de Oxford AstraZeneca: “Porque ellos tienen otras alternativas de vacunas, pero en otros países más pobres no hay opción, Por eso es más dramático que en marzo Camerún y la República Democrática del Congo detuvieran el uso de la vacuna Oxford-AstraZeneca, y la Unión Africana suspendió la compra.”
Y añade que “la desinformación contra las vacunas ha convertido las preguntas y preocupaciones razonables sobre los efectos secundarios raros en preocupaciones de conspiración, miedos exagerados e indignación por sentirse tratados como conejillos de indias. Y la consecuencia dramática es que decenas de miles de dosis de vacunas no se utilizan”.
¿Cómo plantear la batalla?
Concluye diciendo que “cada vez es más evidente que avanzar en la inmunización del mundo requiere una contraofensiva”.
Considera el profesor que “las Naciones Unidas y los niveles más altos de los gobiernos deben adoptar enfoques directos, incluso de confrontación, para desmantelar los grupos antivacunas internacionales”.
Y pide Hotez en su artículo que los esfuerzos lleguen al ámbito de la seguridad cibernética, la aplicación de la ley, la educación pública y las relaciones internacionales.
– “Creando un grupo de trabajo interinstitucional de alto nivel que informe al secretario general de la ONU, que evalúe los daños y proponga sanciones equilibradas pero duras. Y del que formen parte expertos que hayan abordado amenazas globales complejas como el terrorismo, los ataques cibernéticos y el armamento nuclear. Porque la anticiencia ahora se está acercando a niveles similares de peligro”.