Doctor, me duele el pecho de vez en cuando, ¿debo preocuparme?
Los dolores en la zona del pecho con frecuencia suponen motivo de consulta y preocupación entre la población general. En la respuesta a esta pregunta en la sección de Cardiología del área relacionada con la salud de Teinteresa.es, vamos a tratar de exponer qué clase de dolores torácicos deberían alertar a una persona en relación con posibles enfermedades del corazón.
Es importante valorar dos características relacionadas con el dolor de pecho: cómo es el dolor y en qué persona en concreto se presenta.
Aunque el dolor sea ocasional, si se percibe como opresión en el pecho más que como dolor en sí, se extiende por la zona centrotorácica o hacia la izquierda del pecho (y no se trata de un dolor “a punta de dedo” en una zona muy concreta del mismo), desencadenándose el dolor en movimiento o con el ejercicio más que en reposo, representa el dolor típico que se considera asociado con un aporte de sangre insuficiente al corazón y constituye el síntoma que en Medicina se conoce como angina de pecho.
También es típico en este tipo de dolor que se extienda hacia el hombro y el brazo izquierdos, así como hacia el cuello y la zona mandibular izquierda.
Si además se acompaña de sensación nauseosa o incluso vómitos, o de sudoración profusa (independientemente de la temperatura ambiente), entonces es recomendable consultar de manera preferente. Otro dato al que se debe prestar atención es el dolor que se irradia hacia la zona central de la espalda comprendida entre ambos omóplatos, especialmente si se trata de una persona que tiene la tensión arterial alta.
En la valoración del dolor de pecho, y en conjunto con lo arriba expuesto, es importante tener en cuenta en la persona con dolor de pecho, qué características puede presentar que supongan un agravante añadido cuando éste aparece. No es lo mismo el dolor de pecho con 20 años que con 65.
Así, existen una serie de factores denominados “de riesgo”, que en el caso de estar presentes cuando una persona sufre dolores en el pecho, suponen, como su nombre indica, un riesgo añadido en la evaluación de este dolor. Entre estos factores se encuentran la hipertensión arterial, el colesterol elevado, la diabetes, el tabaco, así como el sobrepeso-obesidad y el sedentarismo.
De todos ellos el más alarmante es la diabetes. Y no solo por el daño que produce sobre nuestras arterias, sino porque en las personas con diabetes, las manifestaciones del dolor de pecho originadas como consecuencia de un aporte insuficiente de riego al corazón pueden estar enmascaradas o presentarse en forma de fatiga en vez de dolor.
Por otro lado, existen factores que han demostrado resultar beneficiosos disminuyendo el riesgo de presentar dolor de pecho que pueda estar en relación con enfermedades cardiovasculares. Los principales son tres. El ser mujer hasta la etapa previa a la menopausia, tener una de las fracciones del colesterol en valores elevados (el denominado colesterol ”bueno”, que en los análisis viene reflejado como “HDL”), y sobre todo, la práctica regular de ejercicio físico.
Estos factores condicionan que la frecuencia de estas enfermedades sea menor en las personas que presentan alguna de estas tres variables. Cabe comentar, aunque sea de manera concisa, que para que el ejercicio resulte beneficioso, es más importante la frecuencia con que se practica (procurar realizarlo al menos cuatro o cinco veces por semana, entre treinta minutos-una hora), que el realizarlo a intensidades elevadas.
No hay que buscar nunca el agotamiento extremo, sino “moverse” teniendo en todo momento la sensación de encontrarse “cómodo” y con la impresión de que en cualquier momento durante su práctica se mantiene una reserva prudente que nos separa del límite y que pretende que la práctica del deporte resulte más segura.
Naturalmente, nos referimos aquí al deporte que podamos practicar como aficionados, ya que los deportistas de alta competición cuentan con sus propios médicos y entrenadores que les asesoran en su preparación y entrenamiento.
Según lo expuesto, podríamos comentar que si un dolor de pecho se presenta en una persona de 40 años, “a punta de dedo” en una localización muy concreta, autolimitado (desaparece espontáneamente en menos de 5 minutos), que no presenta ninguno de los factores agravantes y que además realiza 30-40 minutos de ejercicio de manera habitual, resultaría inicialmente poco probable que este dolor estuviera asociado con una enfermedad cardiológica de riesgo elevado.
Si se tratase de un dolor que persistiera más de 1-2 minutos, se extendiese por casi toda la zona central del pecho, se presenta en una persona hipertensa y diabética (asociación que no es infrecuente), con 65 años, más bien sedentaria y en donde se observa un sobrepeso entorno al 15% sobre el que se considerase adecuado, diríamos, a diferencia del ejemplo anterior, que el tipo de dolor aparece en una persona con un perfil de riesgo muy a tener en cuenta en la valoración de su dolor, y aunque no presentase ningún otro síntoma asociado durante los episodios de dolor, recomendaríamos consultar con su médico en cuanto tuviese ocasión, incluso aunque el dolor se hubiese producido en una ocasión aislada.
Estas dos situaciones expuestas, sin llegar a ser extremas (en el sentido de que no pretenden representar a personas con el máximo o mínimo riesgo asociado), intentan mostrar que el dolor es un síntoma, y que en la evaluación de todo síntoma, y en especial si hablamos del dolor de pecho aparte del dolor en sí, el contexto en el que se presenta y las circunstancias propias de cada paciente son fundamentales en la valoración de la severidad y repercusión que dicho dolor pueda representar.
No obstante, si una vez observado lo anteriormente expuesto continúa usted con algún tipo de incertidumbre que le preocupa en relación con sus dolores de pecho ocasionales, o considera que precisa aclaraciones adicionales, sin duda lo más recomendable es que consulte con su médico.