Emilia-Romaña, un viaje fácil y apasionante hasta para turistas primerizos
Situada en un enorme valle entre los Alpes y los Apeninos, Emilia-Romaña es una de las regiones con más historia de toda Italia.
La columna vertebral es la Vía Emilia, una calzada romana que da nombre a la región y que la atravesaba desde Piacenza, cerca de Milán, a Rímini, frente a las costas del Mar Adriático, y que aún hoy sirve de unión para las ciudades principales.
A los más viajeros Bolonia, la capital y centro de la región, seguro que les sonará. El aeropuerto tiene conexiones con muchas ciudades de España a precios muy bajos. Y como punto de origen para hacer excursiones a otras ciudades, Bolonia es ideal. Tiene una amplia oferta de alojamientos, desde hoteles a alquiler de apartamentos.
Moverse por la región desde Bolonia también es fácil. Por carretera todas las ciudades están bien conectadas, si bien en algunas ciudades el centro suele tener complicaciones para encontrar aparcamiento.
El tren también es una opción, con buenas frecuencias, precios asequibles y rapidez. Para un viaje en solitario o en pareja, es el transporte perfecto. Para viajes de más personas, sumando precios resulta más económico alquilar un coche.
Así que, teniendo como punto de partida la ciudad de Bolonia, aquí van una serie de lugares para completar la visita de Emilia-Romaña.
Módena
Cogiendo la Vía Emilia en dirección noroeste llegamos a Módena. Es la ciudad vecina de Bolonia y una de sus rivales históricas junto a Ferrara.
Con una excursión de un día podemos visitar perfectamente una ciudad que cuenta con un centro histórico muy agradable y una catedral que es patrimonio de la Humanidad.
La estación de tren está muy próxima al casco histórico, y dando un paseo podemos caminar por los Jardines Ducales. Y saliendo del parque, a mano derecha, vemos la Piazza di Roma, una gran plaza donde se impone el Palacio Ducal.
Pero también está en esta plaza una tienda particularmente modenesa: Acetaia Malpighi, donde podrás degustar una cucharadita del célebre vinagre balsámico de Módena. Algunos vinagres de esta tienda llegan a valer cientos de euros por botella.
Bajando por sus calles pronto llegamos a la Piazza Grande. Esta plaza, junto a la catedral y la torre constituyen el Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco en la ciudad de Módena.
La torre se llama la Ghirlandina y aunque por nombre y apariencia se asemeje a la Giralda de Sevilla, no están realmente relacionadas.
Para concluir la visita tal vez quieras visitar la Osteria Francescana. Se trata de uno de los mejores restaurantes del mundo y está muy cerca de la Piazza Grande. Eso sí, en el caso de que estés interesados, se recomienda reservar con tiempo.
Ferrara
Ferrara es la otra gran rival de Bolonia. Enemiga histórica por sus viejas diferencias respecto al papado, Ferrara tiene un centro histórico dominado por un castillo del siglo XIV, foso incluido.
Es una de las pocas ciudades grandes de la región por las que no cruza la Vía Emilia, pero en cambio está muy cerca del ilustre río Po.
Por tren se llega fácilmente desde Bolonia, siendo la primera parada de los trenes que van a Venecia. La estación de Ferrara está muy cerca del centro y siguiendo la avenida Cavour enseguida llegaremos al castillo.
Bajando desde ahí encontramos la plaza del Duomo, con una imponente fachada.
Desafortunadamente, la catedral en la actualidad está cerrada y en restauración después de los múltiples daños que le provocó el terremoto del 2012.
A un lado de la catedral se encuentra la loggia dei mercanti, en la plaza de Trento-Trieste, la principal de la ciudad.
También está en la plaza la Torre del Reloj. Y desde ahí lo más recomendable es pasear dejándonos sorprender por palacios inesperados y un centro histórico que es Patrimonio de la Humanidad.
El Palazzo dei Diamanti (Palacio de los Diamantes), es uno de los principales museos renacentistas de toda Italia.
Rímini
Frente a las costas del Adriático, Rímini es una de las capitales europeas del turismo de playa. La gran superficie de arena y las buenas fiestas de las noches veraniegas hacen de esta ciudad una especie de Alicante a la italiana.
Pero sea la estación que sea, Rímini tiene un encanto especial. Se trata del final (o el comienzo) de la Vía Emilia, y en uno de los extremos de la calzada se conserva aún el Arco de Augusto, del siglo I d.C.
En Rímini también está el Puente de Tiberio, uno de los dos únicos puentes romanos de la Vía Emilia completamente conservados.
Los lugares monumentales de Rímini se completan con el Templo de los Malatesta, las ruinas del anfiteatro romano y un paseo por el centro histórico.
Al pisar Rímini, sin habernos dado cuenta, habremos llegado a otra región. Hemos salido de Emilia a Romaña. Y se nota en la comida.
En Romaña las piadinas son la comida para llevar por excelencia. Se trata de una torta de harina con manteca que se puede rellenar de miles de cosas, a tu gusto. Pescado, verduras, embutidos… todo cabe dentro de una piadina.
Pero si la visita es en verano, es cierto que Rímini tiene mucho más aún. Especialmente si coincide con el evento de la “Notte Rosa” (la Noche Rosa).
Durante estos días de julio el puerto de la ciudad se convierte en una gran feria que suele durar algo más de una semana, y en la que barcos particulares y escenarios se unen para ofrecer una fiesta espectacular llena de música, piadinas y gorros rosas.
El primer tren de Rímini a Bologna sale a las 4:15 de la madrugada y llega en una hora a Bolonia, por menos de 10€.
Así que aunque estemos hospedados en Bolonia, déjate de excusas y si tienes oportunidad diviértete en Rímini allí hasta altas horas.
Parma
En la misma diagonal que Rímini, Bolonia y Módena está Parma. Atravesada por el río homónimo, el centro histórico de Parma tiene un característico color amarillo que también está presente en su escudo y su bandera.
Es la segunda ciudad más poblada de Emilia-Romaña y cuenta con una de las universidades más antiguas del mundo, fundada en el siglo XI.
Desde la estación de tren se alcanza el centro con facilidad.
Bajando por la calle Garibaldi lo primero que llama la atención es una gran explanada con césped, la Plaza de la Paz, que está coronada por el monumental edificio del Palacio de la Pelota y la estatua dedicada a Verdi.
Y desde ahí, siguiendo la calle del Duomo, llegamos a la catedral de Parma, una joya románica con su baptisterio enfrente.
Pero a pesar de su arquitectura exterior, lo más llamativo de Parma tal vez está en el interior de uno de sus templos.
En el monasterio de San Paolo, entre la catedral y la Plaza de la Paz, está la Camera di San Paolo, una estancia cúbica con una cúpula donde se conservan frescos de hace 500 años hechos por Correggio.
La pintura crea un efecto óptico que, bajo la perspectiva del espectador, hace aparecer estatuas en tres dimensiones. El precio es de solo 5€, reducido a 3€ para personas de entre 18 y 25 años, y a 2€ para menores de edad.
Para completar la visita a Parma se puede dar un paseo por la orilla del río, visitar alguna de las otras iglesias como la Basílica de Santa María Steccata, el teatro Regio o el enorme Parco Ducale.
Desde este último punto, siguiendo la orilla del río, llegamos de nuevo a la estación de tren.
¿Te sobran días?
Si tras visitar Bolonia y el resto de ciudades tienes algunos días más de vacaciones que quieres aprovechar, Emilia-Romaña sigue contando con muchas propuestas. Desde pueblos como San Giovanni in Persiceto a ciudades como Reggio Emilia o Piacenza.
También puedes acercarte a Ravenna, con sus famosos mosaicos paleocristianos, o a Imola, con su famoso circuito de Fórmula 1.
Con un poco más de tiempo es posible incluso cruzar a otro país. San Marino está entre Emilia-Romaña y las Marcas, otra región italiana. Sea en coche o en bus desde Rímini, el pequeño país merece una visita.