“Operación Balones de Fútbol”: la misión que sacó de Afganistán a la selección juvenil femenina
Han sido semanas de angustia. Un operativo con personal de varios países decidió poner en marcha una operación de rescate en toda regla. Su objetivo era salvar a 26 jóvenes futbolistas afganas de una vida “encerradas” tras un burka, en el mejor de los casos. Y había muy poco tiempo.
La misión de rescate fue bautizada como “Operación Balones de Fútbol”, y estuvo coordinada por una coalición internacional de exfuncionarios, militares y especialistas de inteligencia, sobre todo estadounidenses
Al frente de la operación se encontraban Nic McKinley, un veterano de la CIA y la Fuerza Aérea americanas, y el especialista en operaciones especiales, con experiencia sobre el terreno, Robert McCreary.
También formaron parte del operativo estratégico el senador estadounidense Chris Coons y grupos humanitarios
Sólo había 3 horas
La “Operación Balones de Fútbol” no salió a la primera. El operativo sufrió sucesivos reveses, y varias veces tuvieron que aceptar que la acción se convirtiese en un nuevo intento fallido de rescate.
Y es que el plan suponía un esfuerzo de rescate muy complicado. Porque se trataba de sacar de Afganistán nada menos que a un grupo de 80 personas, en el que además de las 26 futbolistas del equipo juvenil estaban sus familiares, incluidos más niños, y hasta bebés.
Para complicar más las cosas, cuando llegó el día se encontraron con que apenas había tiempo. La operación tenía que estar completada muy, muy rápido.
“Nuestro contacto en el terreno nos dijo que teníamos una ventana de aproximadamente tres horas”, dijo McKinley. “El tiempo era muy poco y se convertía en uno de los retos fundamentales para conseguir el éxito de la misión”.
Robert McCreary, que ha trabajado con las fuerzas especiales en Afganistán y que fue fundamental para liderar los esfuerzos para rescatar al equipo nacional afgano de fútbol femenino, se muestra ahora encantado con el resultado de la operación y lo que significa:
“El mundo se unió para ayudar a estas niñas y sus familias. Estas niñas son verdaderamente un símbolo de luz para el mundo y la humanidad”.
Semanas de un sitio a otro
Desde la retirada de Estados Unidos de Afganistán, estas niñas, componentes de la selección juvenil afgana de fútbol, con entre 14 y 16 años, habían estado tratando de salir del país junto a sus familias, por temor a cómo podrían ser sus vidas bajo el régimen de los talibanes.
No solo porque las mujeres y las niñas tienen prohibido practicar deportes y tendrán muy difícil estudiar, sino porque, además, sus familiares se habían declarado defensores de las niñas deportistas y estudiantes, y eran miembros activos de sus comunidades.
Con todo, desde que conocieron que había una operación en marcha para poder salir de Afganistán, les tocó vivir días muy duros.
Semanas en las que estas niñas de 14 a 16 años y sus familias se vieron obligadas a irse moviendo por el país esperando la noticia de que podían irse.
“Hay que salir ¡YA!”
Además de la angustia, para ellas la “Operación Balones de Fútbol” era una cuestión de fe.
No les podían dar detalle alguno de lo que estaban planificando y solo se agarraban a su confianza en la capitana de la selección afgana de fútbol, que vive en Canadá y actuó de enlace.
Pero Muhtaj sólo podía pedirles que creyeran en ella y en los demás, “a ciegas”.
El mensaje de salida finalmente llegó el domingo temprano. Pero era una orden que había que cumplir al instante: No había apenas tiempo. No se podía perder un segundo. Tenían que moverse rápido porque un vuelo chárter estaba listo para llevar a las niñas y sus familias desde Afganistán… a un lugar que ellas desconocían.
Y los autobuses que los llevarían a todos al aeropuerto ya estaban en camino.
Ese día todo salió bien. Y horas después, la misma noche del domingo, consiguieron aterrizar en la capital de Portugal, donde hoy sueñan con comenzar una nueva vida, seguir con sus estudios, llegar a ser estrellas del fútbol… y conocer a Cristiano Ronaldo, que es el ídolo de muchas
La fuerza de una capitana
En toda esta operación ha sido fundamental la colaboración de la capitana de la selección de Afganistán, Farkhunda Muhtaj.
Durante los días de espera, cuando las niñas y sus familias se iban mudando de un refugio en otro, Muhtaj las ayudó a mantener la calma a través de ejercicios virtuales y dándoles tareas para el hogar, así como pidiéndoles que escribiesen sus autobiografías.
Cualquier cosa con tal de distraerlas. Porque como cuenta la propia capitana:
“su estado mental se estaba deteriorando por días. Todos extrañaban su hogar, los amigos que dejaban en Kabul… Pero todos tenían una fe incondicional. Y gracias a ese espíritu hemos conseguido el éxito de la operación”.
Muhtaj, que ha sido el imprescindible enlace con las jugadoras durante todo este tiempo, estudia Kinesiología y ciencias de la salud en Canadá, y es una de las principales estrellas del equipo de fútbol de su universidad, la OUA, en Ontario.
Futbolísticamente la definen como una centrocampista con mucho potencial goleador, con gran visión de juego, con capacidad para llevar la batuta del equipo… y que nunca rehúye una batalla física.
Y esa capacidad de liderazgo que cada día muestra en el campo, ha sido fundamental para poder liderar a un grupo de 80 personas que vivía sumido en la angustia.
“Están emocionadas”
Wida Zemarai, portera y entrenadora de la selección nacional de fútbol femenina de Afganistán, que se mudó a Suecia cuando los talibanes llegaron al poder en 1996, dijo que las niñas estaban emocionados después de su rescate.
“Ahora pueden soñar. Y podrán seguir jugando”.
“Dejaron sus casas y dejaron todo atrás. Y todavía no pueden imaginarse que están fuera de Afganistán”.
Han conseguido huir del infierno y ahora pueden seguir con sus planes de vida. Una quiere ser médico, otra sueña con llegar a productora de películas, otras piensan estudiar alguna ingeniería… Y todas sueñan con crecer y convertirse en futbolistas profesionales.
Los talibanes no son de fiar
Desde su vuelta al poder, los talibanes han intentado presentar una nueva imagen, prometiendo amnistía a los antiguos opositores y diciendo que formarían un gobierno inclusivo.
Pero la mayoría de los afganos no confían en esas promesas, y teme que los talibanes recurran rápidamente a las tácticas brutales de su gobierno entre 1996 y 2001.
También están prometiendo libertad para que las niñas y mujeres asistan a las escuelas y a los trabajos, pero…
Pero hace unos días los talibanes establecieron un ministerio para la “propagación de la virtud y la prevención del vicio” en el edificio que alguna vez albergó el Ministerio de Asuntos de la Mujer.
Es, para muchos, la primera señal de comienzan a restringir los derechos de las mujeres.
Además, por orden de los islamistas la gran mayoría de las empleadas tienen que mantenerse alejadas de sus trabajos por el momento. Solo hay unas pocas excepciones, en el campo de la medicina o en la educación.
No hay demasiadas esperanzas para las mujeres en Afganistán.