Se cumple un año de la indignante muerte de una vida admirable: Padre Swami (Sj)
Se llamaba Stan Swamy. Era jesuita en la India. Despertó tanta admiración en vida como indignación en su muerte. Y hoy hace un año, después de 84 años de coherencia y lucha, descansó.
Ha muerto sin justicia. Sin que le diesen la oportunidad de defenderse ni tan siquiera la posibilidad de una libertad bajo fianza en medio de la enfermedad.
Ha muerto sin una brizna de piedad a su alrededor: maltratado y encerrado pese a que desde el mes de mayo estaba gravemente enfermo.
Pero ha muerto como un jesuita.
- “Tras una larga vida dedicada a una defensa encendida y comprometida con los pueblos indígenas pobres y sus luchas”. Tal y como dice de él la nota de la Conferencia episcopal de Obispos Católicos de Bombay.
Después de ser jesuita durante 64 años y sacerdote durante 51, dio su último suspiro el 5 de julio de 2021 a la 1.30 pm, en el Hospital de la Sagrada Familia en Bandra, Mumbai, donde estaba siendo tratado por Covid-19.
Los católicos del mundo y toda la gente de bien lloraron su muerte, y hoy, en su primer aniversario, es bueno recordar sus obras, Porque entre tanto hablar del mal, es muy importante no olvidar el bien.
Por eso queremos, en el primer aniversario de su muerte, recordar sus actos y su heroicidad.
Activista de los derechos humanos de los más pobres
Hubo demasiadas cosas tan extrañas como inaceptables en su calvario y posterior muerte.
El Padre Stan Swamy fue, a sus 84 años, la persona de mayor edad acusada de terrorismo en la India.
Fue arrestado, junto con otra docena de personas, en octubre de 2020, al aplicarle la controvertida Ley de Prevención de Actividades Ilícitas, que según los críticos sólo tiene como objetivo sofocar la disidencia.
Su detención provocó acusaciones generalizadas de crueldad contra el gobierno.
El calvario del Padre Swamy empezó el 8 de octubre
La Agencia Nacional de Investigación de la India (NIA), que teóricamente es la encargada de luchar contra el terrorismo y la sedición, arrestó al padre Swamy el 8 de octubre en Bagaicha, un centro de acción social que los jesuitas tienen en las afueras de Ranchi, la capital del estado oriental de Jharkhand.
Al día siguiente de la detención le metieron en la cárcel de Taloja, cerca de Mumbai.
La acusación le incriminaba en un brote de violencia de castas en la aldea de Bhima Koregaon, en el estado de Maharashtran, que se produjo en enero de 2018 y en la que una persona murió y muchas otras resultaron heridas.
Enfermo de Parkinson
El padre Swamy, que padecía la enfermedad de Parkinson, tenía dificultades hasta para beber agua de un vaso, y dependía de sus compañeros de prisión para sus otras necesidades básicas.
Además, también tenía problemas de audición y otras dolencias relacionadas con la edad.
Pero incluso en esta situación la Agencia Nacional de Investigación de la India (NIA) le negó la libertad bajo fianza en dos ocasiones.
En la segunda semana de mayo, los familiares del sacerdote solicitaron su liberación alegando que había contraído la Covid-19 y ni siquiera podía hablar con sus abogados.
Habían transcurrido 7 meses en prisión y durante ese tiempo su salud había sufrido un empeoramiento constante.
Tanto que, según anunció la “Conferencia Jesuita del Sur de Asia” (JCSA), el 28 de mayo el padre Swamy tuvo que ser trasladado para recibir tratamiento en la unidad de cuidados intensivos del Hospital de la Sagrada Familia en Mumbai.
Dos días después dio positivo en coronavirus.
La parte política de la historia
Muchos observadores de lo que ocurre hoy en la India consideran que el arresto del Padre Swamy fue un ejemplo de lo cruel e impopular que era la nueva ley antiterrorista de la India.
Activistas de derechos humanos y otros críticos denuncian que el gobierno del primer ministro, Narendra Modi, ha utilizado estas detenciones y la pandemia de coronavirus para silenciar a los críticos y defensores de las minorías.
Es más, se dio la escandalosa situación de que cuando India decidió liberar temporalmente a miles de prisioneros por temor a que pudieran contagiarse del coronavirus en la cárcel, estos acusados permanecieron encarcelados.
En octubre, justo después de su arresto, el padre Swamy grabó un video que se subió a YouTube en el que decía:
- “Debido a mi edad tengo ciertas dolencias. Lo cuento aquí en la esperanza de que prevalezca algún sentido humano”.
Pero no fue así. Sus manos temblorosas duramente afectadas por el párkinson le dificultaban comer y beber. Y cuando pidió formalmente al juzgado que le autorizara a tener una taza y una pajita para sorber, ¡tardaron un mes en concedérselo!
Un estado rico lleno de pobres
El padre Swamy vivía en el estado de Jharkhand, en el este de la India. Rico en minerales, pero lleno de pobres.
Durante medio siglo fue un defensor del pueblo adivasi y de otros grupos marginados, incluidos los dalits, que son los más bajos en la jerarquía de castas del hinduismo.
Nunca dudó en enfrentarse a las grandes empresas mineras y a los funcionarios públicos que las protegen.
Hijo de agricultores en el estado sureño de Tamil Nadu, el padre Swamy fue enviado a Jharkhand como un noviciado jesuita adolescente.
El padre Swamy siempre negó los cargos, pero él y los demás acusados permanecieron detenidos mientras se prolongaba la investigación de lo que hoy se llama el “Caso Koregaon Bhima”.