Veneno de tarántula, una esperanza para reducir el dolor de las quemaduras
El experto español José Vicente Torres Pérez lidera un equipo de científicos del Reino Unido que ha obtenido en ratones un resultado esperanzador para el dolor de las quemaduras.
Una inyección de una toxina (ProTxII) presente en el veneno de la tarántula Thrixopelma pruriens, redujo la activación neuronal causada por una quemadura y, por lo tanto, el dolor.
Los resultados de esta investigación sobre la aplicación del veneno de esta tarántula han sido publicados en ‘The Journal of Molecular Medicine’, que recoge el artículo realizado por investigadores del ‘Imperial College’ de Londres.
El dolor es el mayor problema de las quemaduras
En los países desarrollados son enormes las mejoras que se han conseguido en el tratamiento de quemaduras de primer y segundo grado, aumentando considerablemente la tasa de supervivencia.
Sin embargo, tanto las opciones clínicas para tratar el dolor asociado a la lesión como su recuperación, son reducidas y producen efectos secundarios no deseados.
Y aunque el dolor es una de las consecuencias que más preocupan a los supervivientes de quemaduras graves, los progresos que se han conseguido en este campo son más bien limitados.
Y es que cuando las neuronas especializadas en la transmisión del dolor (nociceptores) reciben una estimulación dañina suficientemente intensa, como es el caso, sus canales de sodio se abren permitiendo la transmisión de la señal de sufrimiento hasta la medula espinal.
La nueva aportación de este equipo investigador se centra en un canal de sodio llamado Nav1.7.
Este canal actúa como un ‘interruptor’ encargado de encender o apagar la respuesta a la estimulación dolorosa.
Eso quiere decir que dependería de él que el mensaje de dolor que viene del exterior llegue o no al cerebro.
Bloquear el canal del dolor
Y es lo que consigue en ratones la inyección de la toxina presente en el veneno de esta especie de tarántula.
Ha mostrado ser capaz de bloquear el canal por el que circula la información de dolor y con ello reduce significativamente la información dolorosa que entra en la médula espinal.
Un hecho que podría ser “muy útil para reducir el dolor en los pacientes quemados, y evitar con ello los efectos secundarios que les provocarían otras terapias utilizadas en la actualidad”.
En el trabajo, cuyo primer autor es el alicantino José Vicente Torres Pérez, se observa que la acción del canal Nav1.7 se ve incrementada tres horas después de la lesión, cuando dichas células muestran un aumento de su actividad debido a la quemadura.
Así que el equipo investigador considera que la toxina presente en el veneno de esta tarántula la convierte en una excelente diana terapéutica para reducir el dolor.
Lo único malo es que la toxina no es apta como estrategia terapéutica ya que tiene una vida media relativamente corta.
En el estudio se ha analizado in vivo la asociación que existe entre el dolor por quemaduras y el aumento de la expresión del canal Nav1.7 en las neuronas nociceptoras.
La investigación se ha desarrollado en el Chelsea and Westminster Hospital, uno de los cuatro centros principales para el cuidado especializado de quemaduras en Inglaterra y Gales.
Asimismo, una parte de los experimentos se ha desarrollado en el Instituto de Fisiología de la Academia Checa de Ciencias y en la Charles University de Praga.
Así es la tarántula “Thrixopelma pruriens”
La tarántula en cuestión es la Thrixopelma pruriens, una especie que vive sobre todo en el sur de Perú y el norte de Chile, así como en algunas otras zonas de América del Sur.
Algunos expertos dicen de ella que es ¡dócil!.
Pero la realidad es que rara vez se utiliza como mascota, sobre todo debido a su tendencia a lanzar pelos urticantes ante cualquier mínima provocación.
Vamos, que será dócil pero debe tener bastante mal carácter.
La Thrixopelma pruriens es una tarántula de tamaño medio.
Las hembras llegan a medir 8 cm de cuerpo y unos 15 de patas, mientras que los machos son más pequeños.
Son de color negro y marrón.
Es una especie cavadora que no precisa demasiado calor y en cuanto a su alimentación es bastante voraz y se alimenta de grillos, cucarachas, saltamontes…
En 2014, los investigadores de la Universidad de Yale identificaron una proteína de la toxina de la tarántula que parecía prometedora como un nuevo medicamento analgésico.
Entonces aseguraron encontrar una proteína que reduce la actividad en una bomba de iones asociada con la inflamación y el dolor neuropático, por lo que sería potencialmente adecuada como tratamiento para el dolor normal y síndromes de dolor patológico.
Hoy, con la investigación del ‘Imperial College’ de Londres, capitaneada por el español José Vicente Torres Pérez, parece que seguimos avanzando en una línea muy importante.